Todo comienza con nuestro Brief Copilot, cualquier brief que entra se desarma en segundos: categoría, barreras, tensiones, objetivos y KPIs. Detecta huecos y pide justo lo necesario para seguir avanzando sin frenar el trabajo.
De ahí pasamos al Cultural Radar, que no se conforma con medir “positivo” o “negativo”. La IA agrupa conversaciones por significado, encontrando tensiones reales. Cada tensión se ordena por tamaño, urgencia y oportunidad. Aquí también entra la investigación asistida con IA, conectando estas conversaciones con datos de mercado, tendencias emergentes y análisis cualitativos en tiempo real.
Con ese material, el Insight Engine convierte tensiones en problemas o insights sólidos, respaldados por datos reales. Elegimos entre dos caminos: uno emocional (lo que duele o inspira) y otro racional (lo que justifica la decisión de negocio). Porque la estrategia que ignora a uno de los dos lados para nosotros, siempre cojea.
Finalmente, todo lo aprendido va al Post-Learning Loop: un repositorio vivo de tensiones, mensajes efectivos, combinaciones de creador y audiencia, y resultados por mercado y categoría. Un sistema de memoria que hace que cada nuevo proyecto empiece más adelante que el anterior. En Goldfish, la IA no reemplaza el criterio humano: lo potencia, acorta los caminos y convierte cada campaña en un peldaño para la siguiente.
El resultado:
La IA ya no es solo una tendencia; se ha convertido en la base de una nueva era del planning. Hoy, las marcas tienen la oportunidad de experimentar, aprender y adaptarse a un entorno en constante evolución, impulsado por datos e inteligencia artificial. Quienes entiendan y aprovechen este cambio no solo se mantendrán relevantes, sino que podrán liderar el camino con estrategias más humanas, creativas y efectivas.